Recuerdos en el Cortijo.

 

Es ya conocida por vosotros la atracción que tengo hacia los lugares abandonados.

Es una lástima, ya que la mayoría de estos sitios, no están respetados como se merecen, y para los nostálgicos y amantes de fotografíar estos emplazamientos nos gustaría.

En esta nueva entrada, destaco la presencia tanto en la localización del sitio, como en la realización de fotos y en la edición del post, a Fer: el mejor compañero de batallas que me he podido echar para buscar sitios y sobre todo, un gran amigo.

Amaneciendo en una fría y nublada mañana, algo muy normal a las alturas de año en que estábamos; después de dar vueltas y mas vueltas buscando la recompensa que creíamos ya negada a nuestra suerte, pues al final, ¡lugar encontrado!.

Ahí estaba, al final de un camino de arena, en donde las hierbas y matojos habían recuperado su terreno sobre las antiguas rodadas de los coches.

El simple hecho de cruzar la valla caída que delimitaba la finca, y adentrarnos en un terreno particular, ya nos dió esa subida de adrenalina que te hace agudizar los sentidos.

Por lo que supímos después y por lo que pudímos comprobar nosotros mismos, la finca estaba compuesta por una primera estancia donde debían estar las habitaciones, cocina y cuarto de estar, donde quizá harían vida los dueños o guardeses.

La segunda estancia y la más grande era la que guardaría todo el ganado, ya que también supimos que la finca era una antigua vequeriza.

Aunque las dos estaban muy deterioradas por el implacable paso del tiempo, era en la primera, en la que se insinuaban habitaciones, pues aún quedaban restos de papel en las paredes, la que más llamó la atención a los objetivos de nuestras cámaras.

Paredes llorando humedad como si estuviesen reflejadas en ellas el día a día de la gente que allí gastaba su día a día.

Marcos y ventanas desconchadas.

Puertas encajadas por la continua dilatación a causa de los cambios de tiempo. 

Antiguas botellas que pasarán a la historia, utensilios de cocina colgando de sus estanterías, interruptores y enchufes con mecanísmos obsoletos, documentación tirada que nos mostraba con sigilo sus varias décadas de antigüedad, techos resquebrajados en los que los pájaros han encontrado el sitio ideal para construir sus nidos,....

Otra de las cosas que sin duda alguna, más llamó nuestra atención, fue ver como la fuerza de la naturaleza se abre hueco donde quizá hace muchos años, campaba a sus anchas por esos mismos llanos.

La imagen de las delgadas ramas de un arbol colándose sigilósamente por una vieja y carente de cristales ventana, no sólo quedó grabado en la tarjeta SD de 

nuestras cámaras, sino en nuestra propia memoria; 

dándonos cuenta mi querido amigo y yo, que la fuerza de la naturaleza en mayor o menor medida, es incontrolabe por el ser humano.

Puedes ver estas y más fotos en Flickr.