A todos nos llega.

¿Quien no  ha pensado aunque sea por mínimo instante, como será cuando le llegue el momento de abordar su etapa más madura en la vida?

Pues eso es lo que me hicieron pensar estos dibujos urbanos que insistieron en quedar reflejados en mi cámara.

A todos nos llega; a unos antes que a otros, a otros con mejor salud que a unos y a menos, mentalizados para afrontar esa etapa de la vida que a muchos.

El ejemplo de los Superhéroes me parece de lo más original, puesto que me imagino que con la inevitable llegada a la tercera edad, las mallas de estos personajes estarán llenas de zurcidos y desgastadas en la entrepierna y bajo las axilas a causa del roce de tantas décadas de acción.

Sus ropas habrán perdido tono como el traje del payaso triste de “Micolor”, y seguro que sus capas, antifaces y demás complementos, tendrán ese peculiar olor a naftalina de los armarios.

Por no hablar de sus mermados superpoderes, que tendrán que ser revisados semanalmente por su especialista asignado, en el ambulatorio de barrio que les corresponda.

Toda esta ficción se convierte en realidad cuando descubrimos que los verdaderos Superhéroes somos nosotros. Unos Superhéroes que lo demuestran día a día sacando a sus familias adelante con la que nos está cayendo encima en estos tiempos que no corren, vuelan. Unos Superhéroes que demuestran tener unos poderes sobrenaturales al conseguir a diario la sonrisa de su mujer, de su hija. La satisfacción de unos padres que han sabido educar como mejor han sabido a sus hijos. Y por último, el descanso y la paz de unos abuelos que han intentado llevar en sus manos de mejor o menor manera, el timón de dos generaciones posteriores.