martes, 14 de junio de 2011

La recompensa del Beti Jai.



Hoy es uno de esos días redondos.

Aunque como últimamente viene siendo costumbre, he tenido que parar el despertador hasta en tres ocasiones, me han hecho falta una ducha, un café y un tempranero viaje en moto hasta la oficina para por fin poder espabilarme por completo. Pero hoy estaba seguro de que iba a ser un día diferente.

Mis premisas se iban cumpliendo cuando al llegar a la entrada del edificio, una chica que se disponía a entrar en el ascensor con tanto sueño como tenía yo escaso rato antes, y que posiblemente iba con la hora pegada, ha esperado pacientemente a que yo llegase con paso rápido a coger ese mismo ascensor. Mi reacción, como no podía ser menos, ha sido darla las gracias y desearla un buenos días, con una de mis más sinceras sonrisas, a lo que la perfecta desconocida, me ha respondido tan amablemente como lo hice yo.

Que fácil es empezar bien el día.

Pues si, como es por costumbre y así es lo cotidiano en mi trabajo, he salido de inspección como es habitual todos los días. Y como es habitual también todos los días en esta ciudad, me he encontrado con todos los atascos de los que solemos disfrutar a diario. Pero hoy estaba seguro que los iba a tomar de otra manera y todavía no sabía por qué.

Hoy es uno de esos días en los que disfruto parado en los semáforos observando a las personas que caminan por la calle, buscando y, por qué no, preguntándome si entre tanta gente que pasa ante mis ojos, encontraré alguna cara conocida. Se me antoja una tarea difícil, puesto que a los tres millones largos que pululamos habitualmente por aquí, se nos suman los que por cuestión de trabajo o necesidad entran cada día al gran hormiguero. Y también todos los turístas que pasean plácidamente en todas las épocas del año. Pero hoy se que es un día diferente y aún sigo buscando ese rostro familiar que me llene de recuerdos.

Por el retrovisor, veo como la fiera que conduce el coche seguido a mí, me suelta todo tipo de improperios, gestos e insultos. Mientras, la sincera y amable sonrisa de una buena señoar que viene cargada con la compra a la que dejo cruzar por el paso de peatones, hace que no le de ni la más mínima importancia al señor triste que me increpa sin cesar. Este tipo no me iba a ensombrecer lo más mínimo el día.

Como casi todos los días, los músicos de M-80 no se cansan de entonarme sus clásicos de los 70, 80 y 90 en la radio de mi coche. Infinidad de momentos que me abordan la mente al son de unas notas musicales que hacen que mis recuerdos estén acompañados de una maravillosa e irrepetible banda sonora de mi vida. Decidido, sin música no soy persona.

El destino hace que la ruta de hoy me lleve hasta el distrito de Chamberí. Más en concreto a pasar por el número siete de la calle del Marqués de Riscal. Un edificio bien conocido para mi y del que he leído bastante, por el que siempre que paso frente su fachada, me llama la atención su estado de abandono y dejadez para lo que en su día fue.
Calle Marqués de Riscal
Tapiadas sus puertas y ventanas para impedir su ocupación, encorsetado por una entrelazada malla para evitar desprendimientos y arropado por espigados y añejos árboles, ahí esta: la fachada principal del frontón Beti Jai.

Hoy tengo que intentarlo.

Esa misma tarde, cojo mi casco y mi cámara, y sin pensarmelo dos veces, me monto en la moto y me voy directo a por él.
Por la mañana me he fijado unos cuantos edificios de los alrededores y he tanteado a los que posiblemente sean los porteros de las fincas.
Efectivamente, cuando llego al primer edificio ahí está, apoyado en la puerta expulsando el humo de un cigarro de liar y vestido con traje, el que horas antes estaba con su mono azul haciendo las labores de mantenimiento del edificio.
Me ve aparcar la moto frente al edificio, y me desafía con la mirada mientras me acerco impaciente hacia el. Creo que sabe por donde voy a entrarle.
No hago más que darle las buenas tardes, y casi sin esperar a que termine, me pregunta si vengo por lo del frontón. Le digo que si, que si es tan amable de decirme si hay alguna posibilidad de verlo sin tener que asomarme por algún sitio prohibido. Su respuesta es tajante; NO!

Demasiado perfecto era el día.

Cojo mi casco y mi moto, y me marcho con el NO tan frío y desangelado de ese señor haciendo eco en mi cabeza.
Arranco la moto cabizbajo, y marcho dando la vuelta a la manzana para coger rumbo a casa con otro fiasco en la mochila. Pero es al girar en la calle Jenner, cuando veo a otro portero apoyado en un coche creo que  escribiendo un sms en su móvil frente a un portal.
Es mi momento. El no, ya le llevo.
Escalera metálica
Me acerco hacia el, no antes sin esconder un poco en mi espalda la cámara, pues creo que el señor tan amable de antes ya sabía mi intención al verme con la mochila.

-Buenas tardes, disculpe ¿es usted de la finca?
-Pues si, ¿por qué?
-Era por saber si había la posibilidad de ver el frontón desde algún patio común de la finca o similar.
-Pues desde la azotea se ve parte, pero no mucho.
-¿Sería posible poder subir para verlo y hacer unas fotos? Llevo tiempo intentando poder ver algo, por poco que fuese.
-¡Pues claro!

No daba crédito. Con lo fácil que me lo había puesto este amable hombre, y con la frialdad con la que me había tratado el otro,... ¡no puede ser!.

-Coge ese ascensor de servicio, sube hasta el quinto y ahí te encontrarás con una escalera metálica que sube hasta la azotea. Con cuidado abre el portón y échale un vistazo a ver si te sirve. Luego déjalo todo como estaba, por favor.

Así hice.

Lo primero que vi fue una estampa llena contrastes: obsoletas antenas de televisión y viejas chimeneas, peleándose con modernos edificios por ver quien destacaba más en el cielo madrileño, fuertemente resaltadas por el color azul del cielo y de las nubes blancas.

Cuando me asomé a la cornisa contraria, ahí me estaba esperando dormido en su histórico abandono. El único frontón que queda en pie de su estilo en todo el mundo; el Frontón Beti Jai.

Sobran mis palabras.

Frontón Beti Jai
Fachada norte

Gradería
Dicen que la cara es el espejo del alma, y estoy seguro de que este anónimo señor, vio reflejado en mi rostro la alegría y el entusiasmo del cual fue partícipe con un simple gesto de amabilidad.
                                                                                                    
-Mil gracias.

El día termina de la mejor manera posible; llegando a casa con mi cámara cargada de unas pocas imágenes de nuestra historia y fundiéndome en un abrazo con la pequeña razón por la que tengo tantas ganas de vivir.                                                


                                                Te quiero, hija.
          
                                                




Enlaces de interés:


                   



                                      
                                                                                                    



10 comentarios :

  1. Ya siendo advertido del ladrillaco, con mucho gusto me he puesto en faena a leerlo y como es costumbre, me parece estupendo, genial la forma de describir tu día en la jungla, estupendas las fotos y preciosa la dedicatoria.

    Me acuerdo de tu llamada llena de entusiasmo: -Fer, he entrado!!!
    -A donde? qué pasa?
    -me han dejado pasar al Beti Jai!!!
    -(Júbilo)

    Irradiabas emoción.
    Una pena no haber podido compartir el momento, pero seguro que nos esperan un montón aventuras juntos en este mar de lugares.

    Un abrazo hermano y no pares!!!

    ResponderEliminar
  2. no tiene desperdicio, echar un ojo

    http://www.betijai.blogspot.com/

    ResponderEliminar
  3. Sigo alucinando contigo!!
    Cómo carajo conoces de la existencia de estos lugares???
    Mantengo y rubrico mi postura, tienes un don compañero,no lo olvides, sigue potenciándolo día a día con el mismo entusiasmo.

    Un abrazo.

    Bonham

    ResponderEliminar
  4. Hola compañeros!!!

    La verdad es que me acuerdo como si fuese este mismo instante cuando la semana pasada te llamé emocionado para contarte impaciente que lo había podido ver.

    Reconozco, y te había avisado que el comentario de hoy iba a ser más bien una historia. No se por qué, pero me sentía con ganas de escribir. Cuando creía que ya había terminado, otra vez me venían ganas de seguir.

    En fin, me imagino que sería la emoción de recordar ese momento tan mágico, al tener frente a mí algo tan grande y con tanta historia.
    Todo ello rodeado del halo tan especial que envuelve todo este tipo de lugares abandonados que me encantan.

    Espero que con mi entrada en el blog, y la información que aportas en tu enlace, podamos concienciarnos entre todos para juntos salvar este pedacito de nuestra historia que es el Beti Jai.

    Fer, no hemos hecho nada más que empezar. Nos quedan muchas como esta.

    Bonham, es lo bueno de tratar con tanta gente diferente y tan buena como vosotros. Nos cambiamos información y así, entre todos, conocemos y hacemos más accesible nuestro entorno.
    Mi entusiasmo y el vuestro, son los que me hacen seguir buscando sin parar nuevo material para poder ofreceros.

    Un abrazo y mil gracias como siempre por estar ahí.

    ;o)

    ResponderEliminar
  5. [...] El único frontón que queda en pie de su estilo en todo el mundo; el Frontón Beti Jai.[...]

    Y ahí está, con las entradas tapiadas, con redes y en la ruina total dejando que se desmorone..., es como dinamitar Rapa Nui.

    ¿Quién dijo aquello de 'Que paren el mundo que me bajo'?

    Gracias Dani, lo que siento por 'Un mar de lugares' es afinidad brutal.

    Muchísima salud...!!!

    Sebas.

    ResponderEliminar
  6. Declarado Bien de Interés Cultural y ahí sigue, resquebrajándose.

    No se, no se.

    Tampoco se podía construír en la antigua ciudad deportiva de la Castellana (zona verde) y mira que palotazo pegaron con las cuatro torres.

    Cosas más raras se han visto, se ven y por desgracia se verán.

    La verdad es que dan ganas muchas veces de bajarse de este mundo pero en marcha (¿era Groucho Marx el de la frase?), pero creo que tenemos que seguir luchando todos juntos.

    Que no nos callen.

    Gracias a ti Sebas por estar ahí, siempre.

    Tú y todos somos partícipes de Un mar de lugares.

    ResponderEliminar
  7. He de confesar un par de cosas:

    1. Conocía la existencia del Beti-Jai y había visto fotos de cuando se usaba como frontón.

    2. No me había metido muy de lleno en el tema.

    Desde esta mañana le he estado dando vueltas y a ratos he estado navegando..., la verdad es que no sé para qué, porque a uno le indigna que pasen cosas como ésta:

    Vista de época
    Vista de no hace demasiado
    Vista aérea

    Y es que, como dice Dani, sobran las palabras.

    Muchísima salud...!!!

    Sebas.

    ResponderEliminar
  8. Pues si, en resumidas cuentas y ya se que me repito mucho, es una verdadera lástima que tengamos una joya arquitectónica de su época única en el mundo, en este estado absoluto de abandono.

    Geniales los enlaces.

    Entre todos estamos consiguiendo que este lugar tan especial, esté despertando de su largo olvido para muchos que lo desconocían.

    Un abrazo fuerte, y muchísima salud...!!!

    ResponderEliminar
  9. Eres un poeta de la narrativa descriptiva y de la imagen oculta a muchos otros ojos.
    Salud
    Pepe i Tere

    ResponderEliminar
  10. Holaaaaaaaaaaaa!!!

    Me estoy asombrando porque ya sois bastantes los que de alguna manera u otra, coincidís en que mi manera de escribir y de contaros todo lo que veo a través de mis fotografías, os gusta.

    Yo creo que lo que os engancha es lo coloquial de mis palabras, lo natural de las fotografías y lo cercano de mi persona con vosotros.

    El placer es mío de poder haceros llegar hasta vuestros ojos en cada entrada, lo que por un motivo u otro, se nos escapa a la mayoría.

    Gracias otra vez, y un fuerte abrazo para los dos...!!!

    ResponderEliminar