Amor de Instituto.

¡La ciudad no para de sorprenderme!

Cual fue mi sorpresa ayer, que en una de las calles por las que afortunadamente transito a diario para llegar a mi puesto de trabajo, me encontré con uno de esos mensajes en la pared que están en peligro de extinción.

El mensaje en cuestión "tú eres mi alegría, eres mis ganas de seguir. Contigo soy felíz, no me importa lo que pase si me quedo junto a tí ♥ TE AMO ♥." aunque no tiene nada que ver la fecha, porque como decía antes paso a diario por ahí y no lo había visto antes, está situada frente a la puerta de un instituto de San Blas.

Instituto, adolescencia y mensaje de amor: todos estos ingredientes me han hecho recordar esa etapa tan difícil y a la vez tan ansiada que era cambio del colegio al instituto, sobre todo porque a los chicos nos llega en plena pubertad con todo lo que ello conlleva.

Y digo esto, porque debido a la aparición de tanta red social como Facebook, Tuenti y Twitter, y la invasión de aplicaciones, chats y sistemas de mensajería instantanea instaladas en nuestros móviles como Messenger, Whatsapp, Gmail, Yahoo, Android o Blackberry, cada vez más utilizadas desde edades muy tempranas, han forzado la desaparición progresiva de los canales tradicionales a la hora de mostrarnos tal y como somos hacia otras personas.

Mi más sentido pésame a esos buzones amarillos de correos que engullían nuestros secretos doblados en dos o tres partes previo sabor amargo del lametón a un sello de 27 pesetas, los cuales se han quedado obsoletos en las aceras de nuestras calles. Como el de las ya muy escasas cabinas telefónicas cerradas en las que me acuerdo que sin echar ni un duro, podía marcar el número de mi casa a modo de llamada perdida en la actualidad para que mi madre se asomara a la ventana y así ahorrarme el grito al cuarto piso, convirtiéndose ambas, en reliquias de un museo callejero de arte urbano.